Sobre el autor.

¿Existen heterónimos en el mundo de la pintura? ¿Ha habido pintores que han escondido sus producciones bajo otros nombres? Algo tan corriente en el mundo de la poesía, es raro creo yo, en el universo de la pintura. No sé si estoy en lo cierto, pero me parece que sí. Ahora bien, ¿qué es un heterónimo? Heterónimo es el nombre, distinto del suyo verdadero, con que un autor crea vida y obras distintas a las de él mismo. Bajo este artificio se oculta el nombre y la misma personalidad verdadera del autor, sin modificarla.
No hay que confundir complementario y heterónimo. El primero es sencillamente el desdoblamiento del propio escritor en otro nombre que lo completa o perfecciona. Antonio Machado hablaba de complementarios, mientras que Pessoa lo hace de heterónimo, pseudo heterónimo y ortónimo, es decir, él mismo bajo su propio nombre.
¿Cómo siente un artista la necesidad de que otro suplante su obra?. Pessoa, su más genial creador tuvo desde niño la necesidad de aumentar el mundo con personalidades ficticias. Tendría no mas de cinco años y ya le acompañaban algunas de las figuras de sus sueños, y esta tendencia no murió con la infancia, sino que se desarrolló en la adolescencia, arraigó en la mocedad y se convirtió finalmente en la forma natural de su espíritu. "Hoy -confesó una vez- ya no tengo personalidad: cuanto en si puede haber de humano lo he repartido entre los diversos autores de cuya obra he sido ejecutor. Hoy soy el punto de una pequeña humanidad sólo mía"
Y no otro es el caso de Juan Reyes, Madrid 1958, trasladado a su pintura. Hoy convive con una humamidad de pintores exclusivamente suya y sea cual sea el origen mental de sus heterónimos, estos existen, tienen obra y propia personalidad y hasta vida propia, cada cual la suya y todos muy diferentes, distintas de la de su creador, tal y como son sus obras pictóricas. Y, hay que decirlo, al contrario de lo que le pasó a Pessoa, estos fenómenos si se manifiestn en su vida exterior y de relación con los demás, es decir, están tan vivos en él que estallan y se pronuncian en su realción con los otros. No es raro oirle decir: "Estoy preocuado por la salud de Pintucci. Ha pasado mala noche".
Hay que decir que este núcleo, esta nueva humanidad pictórica no es totalmente imaginativa; tiene, en su nacimiento, una cierta conexión con la realidad. El pintor Pontormo y su célebre Torreta, inexistente hoy, pero real en la Florencia de la época de los Medici y que agrupaba en su entorno tanto a reyes como a sus colegas imaginarios.
Digamos ya sus nombres: Luca Pintucci, italiano de Siena, fundador del grupo a imitación del manierista pintor Pontormo; Roger Hens, americano de Nueva York; Franz Van der Wütten, holandés, cocinero y fumador de buenos puros, que busca su inspiración en el metro, carteles destrozados, construcciones y arte roto y Dorival Hermeto Feitosa, brasileño de Bahía, músico y aficionado al cine, tiene su propio canon y su propia magia. El maestro Pintucci le tilda de efectista.
Nos encontramos con el extraó caso de cinco pintores en uno, cuatro heterónimos y un solo pintor, pero a la vez cinco pintores distintos, cada uno con su estilo propio, su propia personalidad pictórica y con muy personales modos y maneras de enfrentarse al cuadro de la vida.
Cuando, por casualidad, me encontré con este caso, para mi único en el mundo de la pintura, quedé entusiasmado. Primero pensé en un cuento pero, después, a medida que conocía y gustaba cuadros de unos y otros, cambié de idea. y ahora que voy conociendo mejor a estos cinco pintores, el caso no sólo no ha dejado de interesarme sino que me obsesiona.
Sirvan estas líneas de simple acto de fe de sus existencias vitales y artísticas. Son personajes que se merecen nuestra atención y aún algo más, nuestra admiración y aún, cada uno a su modo, desde el creador al último de ellos, nuestra amistad.
Les emplazo a que me sigan.
José Esteban.

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La vida en La Torreta se limitará al trabajo más noble del humano, que es la creación. Esta servidumbre es la gran Utopía. A imagen y semejanza del Ser. Pero todavía hay diferencias. Nuestra propia Alma es la Vida del desbordamiento del Ser y sus motivos (cuales quieran que estos sean). La de nuestra obra proviene de nuestro propio desbordamiento y lo robado al motivo (si se deja). La creación no trata de reproducir una imagen, una idea, una historia, un sonido, etc. La creación es una idea, una historia, una imagen, un sonido, etc... con Vida propia al margen de nuestra intervención. Somos su herramienta. Manda el juego. El deseo. La vocación. Esto, claro está, no nos convierte en dioses, todo lo contrario; nos convierte en servidores de este deseo, de esta vocación, servidores de la Utopía. Y, así, en nuestras celdas-taller, en recogimiento, buscando la raiz de nuestra vocación, delante de nuestra humilde pero auténtica obra, damos la espalda, con todo nuestro respeto, a cualquier motivación que nos desvíe de nuestra misión utópica. Para ello contamos con nuestro trabajo (la oración) y con el tiempo. No nos preocupa la muerte porque toda obra Arte Auténtica, con Vida Propia, siempre está perfectamente inacabada, como nosotros mismos. Juan Reyes.
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